lunes, octubre 06, 2025

El Hombre del Sombrero de Fieltro



Hay novelas diferentes. Una de ellas es El Hombre del Sombrero de Fieltro, de Taide Velázquez (Igneos Ediciones, 2025). Al mismo tiempo de que se trata de un relato escrito de manera sencilla, amena y fácil de leer, y de que toca una historia original -la de un hombre que se convierte, por un camino insólito, en el mandamás de una colonia popular de la Ciudad de México-, tiene la virtud de tener muchas capas superpuestas, de abarcar distintos géneros de novela.

Es una novela picaresca, aunque no contada en primera persona. Chano, el personaje principal, es un sobreviviente, un tahúr con una moral propia, que se las arregla, no siempre limpiamente, para ir ascendiendo en la escala social.

Es una novela histórica, porque da cuenta de la contradictoria evolución de México desde tiempos prerrevolucionarios hasta la crisis económica de los años ochenta. Los personajes no son figuras, sino ciudadanos de a pie, que ven a la Historia pasar sobre ellos (o tratan de aprovecharse de ella).

Y no son solamente personas, porque un personaje principal es el barrio, originalmente pensado para gente pudiente, pero que por azares del destino nace como colonia popular, pasa por un proceso de urbanización física y cultural, y termina convertido en un campo de batalla entre distintas concepciones de la vida urbana, que hacen crisis en medio de la falta de oportunidades.

Por la novela pasan las costumbres del porfirismo, la Feria de San Marcos, una pulquería, un fantasmal “oficial obregonista”, la vida de los braceros, un salón de apuestas, vecindades populares en su difícil tránsito entre la tradición y la modernidad, notarios, burócratas, políticos oportunistas, hasta llegar a las bandas punk. La historia pasa y tiene distintos rostros.

Es, asimismo, una saga familiar. Es la historia de la relación entre un patriarca atrabiliario, su mujer y sus hijos, que se rebelan, cada uno a su manera, pero nunca terminan de zafarse totalmente del legado patriarcal. Se ha comentado que una de las características de El Hombre del Sombrero de Fieltro es la reivindicación del papel de las mujeres en su lucha por la dignidad y el respeto, en una sociedad machista, clasista y en la que predomina la doble moral. Es, por lo tanto, una historia de resistencia. Ese es uno de los hilos conductores de la parte central de la novela.

También es, a su manera, una novela psicológica. Son pocos, y menores, los personajes planos. De muchos de ellos, en cambio, entendemos razones y traumas, a veces mostrados en reflexiones internas y, en otras ocasiones percibidos a través de actitudes y detalles aparentemente menores.

Los contextos sociales culturalmente impuestos, que obligan a las personas a integrarse de una cierta manera, también forman parte de esta construcción de la psicología de los personajes. Hay una mirada profunda para acercarnos a su comprensión.

Para completar, también tiene elementos de novela negra y de novela satírica. No faltan las mentiras y traiciones, y hay distintos episodios de violencia, individual y colectiva, con tramas un tanto retorcidas; también hay otros que hacen burla de las situaciones sociales y de clase, en donde se desliza sutilmente la crítica política.

El lenguaje de Taide Velázquez tiene dos características que lo hacen particularmente disfrutable. Una es el buen oído para el habla popular. Sin exageraciones ni estereotipos, los distintos personajes se expresan de acuerdo con su origen y su época. Eso hace que los diálogos, no siempre en el español literariamente más correcto, se escuchen como naturales. La otra es un particular sentido del humor, que puede caer en los momentos más inesperados. Hay una enorme cantidad de momentos graciosos en una novela que es dramática, en lo fundamental. El resultado es que la lectura es entretenida y se va como agua.

El Hombre del Sombrero de Fieltro es, en fin, un mural de una parte de la historia de México, esa que no aparece en la Historia Patria, pero con la que se forjan -y a veces se deshacen- familias, comunidades, valores y cultura social. Un relato que exorciza una historia familiar y, al mismo tiempo, nos hace asomarnos a un pasado colectivo. Una novela diferente. Una lectura recomendable.


viernes, octubre 03, 2025

¡Mira má, sin pitcheo abridor! (casi)


Mexicanos en GL.  2025

Terminó la temporada regular de Grandes Ligas y es hora de hacer el balance final para el contingente mexicano. Posiblemente nada lo ejemplifique mejor que el hecho inédito de que cinco beisbolistas hayan sido convocados al Juego de Estrellas: Alejandro Kirk, Andrés Muñoz, Jonathan Aranda, Isaac Paredes y Randy Arozarena. El problema es que, más allá de esos cinco estelares -a quienes habría que agregar a Jarren Durán- no hubo demasiado de qué presumir. En particular, esta temporada fue atípica en el sentido de que no hubo un solo abridor mexicano constante. Si lo vemos con la perspectiva del inminente Clásico Mundial, encontraremos un line-up más que decente, tal vez el mejor de la historia, pero con un problema en la rotación de pitcheo, que, o se resuelve mediante la incorporación de varios paisanos nacidos en EU, o mediante la estrategia de juegos de bullpen (donde también habría más de dos paisanos). La buena nueva de septiembre al respecto, es que Javier Assad está tirando como de costumbre, y eso es un alivio.  

Como cada entrega, va un resumen de la actuación de los peloteros nacionales, clasificada de acuerdo a su desempeño en la temporada.

Andrés Muñoz cumplió con el mejor año de su carrera y tuvo un papel decisivo en la conquista del título divisional por los Marineros de Seattle. El Plebe de los Mochis perdió un juego en septiembre, pero a cambió consiguió seis rescates. Su marca del año, 3 partidos ganados, 3 perdidos, 38 juegos salvados (la cifra más alta de su carrera en MLB), PCL 1.63 (el número de carreras limpias que admite por 9 entradas lanzadas) y 83 ponches en 62 innings de labor. Los rivales le batearon apenas para .167. Tendrá que mantener la calidad en postemporada.

Randy Arozarena ha ya demostrado muchas cosas. Que tiene poder y velocidad, aunque su bat no haga mucho contacto. Que tiene guante, pimienta y carisma. El jardinero de los Marineros de Seattle bateó para .238 en el año, con 27 vuelacercas y 76 carreras producidas. Además, estafó 31 bases. Su OPS, de .760, lo coloca entre los toleteros peligrosos. A cambio, se ponchó nada más 191 veces, el máximo en su carrera.

Jarren Durán no tuvo un año tan espectacular como 2024, pero sí estuvo a niveles de estrella. El jardinero de los Medias Rojas bateó para .256, con 16 cuadrangulares, 84 carreras empujadas, 24 robos de base y OPS de .774. Fue quien bateó más triples en la Liga Americana: 13.

Jonathan Aranda estuvo casi dos meses completos en la lista de lesionados por una fractura en la muñeca y no regresó a la alineación de Tampa Bay sino hasta la última serie de la temporada. En los cuatro meses que jugó brilló de manera inimaginable (salvo en sueños) con el bate. En su breve regreso, se dedicó a pegar jonrones y seguir produciendo. Su ausencia temporal es algo que resintieron las Rayas. Sus números: .316 de bateo, .882 de OPS, 14 cuadrangulares, 22 dobletes y 59 carreras producidas. Eso sí, no lo manden a robar bases.

Alejandro Kirk tuvo una baja en el bateo durante septiembre, pero se guardó la pólvora para el juego que definiría al campeón de la división Este de la Liga Americana y entonces pegó dos jonrones (uno con la casa llena) para asegurar victoria y título de los Azulejos. Con el bate hizo estos números: .282, 15 vuelacercas, 76 producidas, OPS de .769 y un milagroso robo de base. Con el guante y el brazo, el Capitán Kirk se apunta como candidato al Guante de Oro como receptor en la Liga Americana.

Isaac Paredes, como Aranda, se pasó dos meses fuera del campo, por una lesión en el tendón de la corva. Regresó la última semana para tratar de ayudar a los desesperados Astros, que tenían hospital en vez de equipo. Paredes pegó cuadrangular, pero Houston se quedó en la orilla. Números finales del sonorense:.254 de promedio, 20 vuelacercas, 15 dobletes, un triple, 53 producidas y un muy buen OPS de .810. Tampoco manden a correr al de la H.

Jojo Romero terminó la campaña como cerrador de los Cardenales de San Luis, habiendo sido preparador de cierre durante la mayor parte de la temporada. El zurdo terminó con 4 ganados y 6 perdidos, muy buena efectividad de 2.07, 8 salvamentos, 24 holds y 55 ponches.

Brennan Bernardino tuvo campaña de altibajos, con más momentos en la cima que en el abismo, y terminó en la lista de lesionados. Números del zurdo de Medias Rojas: 4-3, PCL de 3.14, 43 chocolates, 2 holds y un juego salvado.

Javier Assad está de regreso, buenas nuevas. Estuvo cuatro meses fuera por lesiones diversas. El derecho tijuanense tuvo siete aperturas para los Cachorros en la temporada, más una actuación en el relevo largo. En septiembre ganó 3 juegos, para terminar con marca de 4-1, 3.65 de carreras limpias y 23 ponches. Ha ido de menos a más, mostrando que es buena opción, tanto para México como para los Cubs en la parte dura de los playoffs.

Manuel Rodríguez se sometió a la operación Tommy John, por lo que cortó de manera tempranera su año en la MLB, y tampoco podrá jugar el Clásico Mundial para México. El Bolón termina con marca de 1-2, PCL de 2.05, 11 holds y 25 sopitas de caldo de pichón servidas a los rivales.

Rowdy Téllez empezó flojo, pero fue mejorando, sobre todo a partir de su cambio a los los Rangers de Texas luego de haber sido descartado por los Marineros. Bateó apenas para .228, pero con 17 vuelacercas y 49 carreras producidas, lo que se traduce en un OPS por encima de la media: .719. También logró la hazaña de robarse una base.

Ramón Urías al final no fue beneficiado con más innings de trabajo con su pase a Houston y como que su bate se deprimió. Su guante sigue siendo una maravilla. En 2025 bateó para .241, 11 jonrones, 44 empujadas, dos colchonetas estafadas y OPS debajito de la media: .676.

Alek Thomas, jardinero central de los Diamondbacks de Arizona, gran defensivo, bateador regularcito, terminó con los siguientes números: .249, 9 jonrones, 38 remolcadas y 6 robos de base, OPS de .659.

Taijuan Walker tuvo 21 aperturas en el año, aunque no solían durar mucho, y 13 apariciones como relevista. Su pitcheo ya no destaca, pero tiene la suficiente calidad como para seguir siendo útil para los Filis. Su marca: 5-8, 4.08 de efectividad, con WHIP bastante alto, de 1.41, 2 holds, un salvamento y 86 ponches.

Valente Bellozo, relevo largo de los Marlines de Miami, abrió 9 juegos para los Marlines, a cambio de 26 apariciones desde el bullpen, a donde fue trasladado en 2025. Bien por lo general, pero nunca espectacular. El cachanilla acabó con 1 ganado, 4 perdidos, un hold, PCL de 4.65 y 54 pasados por los strikes. Un pitcher un poquitín por debajo de la media ligamayorista.

Luis Urías tuvo momentos buenos, pero en general bateó por debajo de lo esperado. Empezó con los Atléticos, y pasó a los Cerveceros, que no lo subieron al equipo grande. Numeritos: .230, con 8 vuelacercas, 25 producidas;  OPS de .653 y 2 colchonetas estafadas.

Marcelo Meyer, infielder de los Medias Rojas, llegó a la titularidad, pero tuvo que ser operado en la muñeca. El novato de quien se espera mucho volverá en primavera, pero está en duda su participación en el Clásico Mundial. Concluye su temporada de debut con .228 de promedio, .674 de OPS  4 jonrones y 10 carreras producidas.

Alejandro Osuna se tardó un buen rato en descifrar el pitcheo en la Gran Carpa, pero en septiembre lo hizo, bateando para .297, Su actuación en el último mes maquilló lo malo de su bateo en los primeros meses. Bien a la defensa. El sinaloense bateó para .212 de promedio, 2 cuadrangulares, 15 producidas, 5 robos de base y un OPS de .591.

Alex Verdugo tuvo otro año a la baja. Sustituyó a Ronald Acuña Jr. mientras éste se recuperaba de una lesión, pero no bateó lo suficiente como para que los Bravos de Atlanta se quedaran con él: .239, 12 producidas, cero jonrones, OPS de .585 y un futuro incierto en las Mayores para el Dugie.

Alan Rangel fue invitado a cuatro tazas de café con los Filis, para luego volver a AAA por la puerta giratoria. Números del sonorense: 0-0, 2.45 de efectividad, 8 ponches y un salvamento.

Omar Cruz inició con los Padres, pero lo bajaron pronto a AAA. El tijuanense se quedó con sus números de abril: 4.91 de limpias y 5 ponches.

Austin Barnes firmó contrato de ligas menores con San Francisco, luego de haber sido dejado libre por los Dodgers, pero no lo subieron. Es probable que se retire. Números con los Dodgers: .214, con 2 producidas y .519 de OPS.

César Salazar estuvo otro ratito con Houston en septiembre, hasta que los Astros decidieron que no iban a tener a tres receptores en el roster. Sólo tuvo 13 turnos oficiales al bat. Terminó con .231 y una carrera impulsada. Como pitcher emergente, una entrada en ceros.

José Urquidy regresó por fin, un año después de haberse sometido a una cirugía Tommy John. Detroit pensó que podría utilizarlo en el relevo, sobre todo en postemporada, cuando el mazatleco se suele crecer. En su primera aparición lanzó 1 entrada y dos tercios en blanco. En la segunda, le metieron dos carreras en un inning. Efectividad de 7.71. Es dudoso, pero no imposible, que los Tigres lo utilicen en los playoffs. Lo mismo sucede con su dudosa, pero no imposible, participación en el Clásico Mundial.

Alan Trejo bateó para .175, en el tiempo que el campocorto estuvo con los Rockies de Colorado; una carrera producida y 2 anotadas.

Tirso Ornelas pegó un hit en las Mayores, en 14 turnos oficiales. .071, una carrera producida. Los Padres esperarán a que madure más como pelotero.

 

lunes, septiembre 01, 2025

El impactante aporte de Alejandro Kirk


 

Mexicanos en GL.  Agosto 2025

Se acerca el fin de la temporada y empiezan a definirse tanto los equipos de playoff como las estadísticas finales de cada pelotero. En el caso de los mexicanos, hemos tenido de dulce, de chile y de manteca. Lesiones (algunas serias), frustraciones, un regreso importante, y la confirmación de que varios de los nuestros tendrán una campaña para el recuerdo. En esta ocasión hablaremos particularmente del buen año del Capitán Kirk.

Como de costumbre, va un resumen de la actuación de los peloteros nacionales, clasificada de acuerdo a su desempeño en la temporada.

Andrés Muñoz no tuvo en agosto su mejor mes, ya que desperdició un salvamento, llevándose la derrota. Pero decir esto del tirafuegos mochiteco es darse cuenta del nivel de exigencia. En ese mismo agosto, el cerrador de los Marineros tuvo 8 rescates y ponchó a más de un rival por inning lanzado. Su temporada sigue siendo espectacular, e importante para que su equipo esté en la pelea por los playoffs. Tiene 3 partidos ganados, 2 perdidos, la friolera de 32 rescates, un bello PCL 1.69 (el número de carreras limpias que admite por 9 entradas lanzadas) y 68 ponches. Los rivales le batean un mísero .171.

Randy Arozarena anduvo jonronero y robador en agosto, aunque bajó su promedio por el exceso de swings fallidos. El jardinero de los Marineros de Seattle batea para .242 en el año, con 26 vuelacercas y 64 carreras producidas. Además, se ha robado 24 bases. Su OPS, bajó a .792, pero sigue siendo estelar.

Jarren Durán tuvo un agosto regular, pero lo cerró con un espectacular jonrón dentro del parque, en el que recorrió el diamante en 14 segundos, dicen. El jardinero de los Patirrojos batea para .260, con 14 cuadrangulares, 76 carreras empujadas, 22 robos de base y OPS de .787. Sus 12 triples son el número máximo en la Liga Americana.

Jonathan Aranda, tras el encontronazo con un tren llamado Giancarlo Stanton, que le fracturó la muñeca, ha estado todo agosto en la lista de lesionados. Se espera que regrese este mes a cubrir la inicial de Tampa Bay. Sus números: .316 de bateo, .879 de OPS, 12 cuadrangulares, 22 dobletes y 54 carreras producidas.

Alejandro Kirk es una rara avis en el beisbol de Grandes Ligas, y no sólo por su baja estatura y alto tonelaje. Hay un montón de datos que lo demuestran. El tijuanense de los Azulejos está entre los 10 bateadores con más alto promedio en MLB, pero los datos de Statcast dicen que ha corrido con mala suerte: su porcentaje debería ser superior. Es el catcher que le pega más fuerte a la pelota (la impacta más que Cal Raleigh, que lleva 50 jonrones en una temporada de ensueño), es el sexto jugador que menos se poncha en las Mayores, es el séptimo en la relación pasaportes/chocolates. ¿Por qué? Porque Kirk tiende mucho a batear por el jardín central, que es más profundo y donde están los mejores fildeadores. Sus grandes batazos son a diestra y siniestra, pero pocos por el centro. Como receptor, es el segundo mejor defensivo en todas las mayores: el mejor bloqueador, el segundo en framing y el más certero en lanzamientos contra robo (pero no el más rápido en deshacerse de la bola). Eso sí, está en el 2% más lento como corredor (lo que no impidió el milagro de que se robara una base en agosto). Razones todas, que ayudan a explicar la buena temporada de Toronto. Sus números con la majagua: .296, 11 vuelacercas, 61 producidas y OPS de .780.

Isaac Paredes, tras su severa lesión en el tendón de la corva, sigue en el taller de reparaciones. Decidió no operarse y tal vez pueda regresar a fin de mes. Ojalá esté en forma para el Clásico Mundial de Beisbol porque México necesita a su slugger. Números del hermosillense:.259 de promedio, 19 vuelacercas, 15 dobletes, un triple, 50 producidas y un muy buen OPS de .829.

Jojo Romero es ahora cerrador de los Cardenales de San Luis, ahora que el Birdos transfirió a Ryan Helsey. En esa veste, Jojo no ha estado tan hermético como cuando preparaba el cierre. El zurdo ganó un juego y perdió 2 en agosto. Ahora tiene  4-5 en ganados y perdidos; su efectividad es de un buen 2.17, tiene 5 salvamentos, 20 holds y 45 ponches.

Ramón Urías ahora cubre la segunda base para Houston y, como de costumbre, el de Magdalena de Kino se luce con el guante. En el bat no le ha ido tan bien, pero no desentona. Tiene en el año .255, 9 jonrones, 38 empujadas, dos colchonetas estafadas y OPS decente: .701.

Brennan Bernardino inopinadamente fue mandado un rato a AAA, pero los Medias Rojas se dieron cuenta de que necesitan al zurdo, y regresó. Sus números: 4-2 PCL de 3.14, 41 chocolates, 2 holds y un juego salvado.

Manuel Rodríguez se sometió a la operación Tommy John, por lo que no regresará este año a la MLB, y tampoco podrá jugar el Clásico Mundial para México. El Bolón termina con marca de 1-2, PCL de 2.05, 11 holds y 25 sopitas de caldo de pichón servidas a los rivales.

Alek Thomas, jardinero central de los Diamondbacks de Arizona (ante lanzadores derechos) sigue funcionando mejor a la defensiva que con el bate. De un lado, jugadas espectaculares; del otro, números regularcitos:  .250, 8 jonrones, 35 remolcadas y 6 robos de base. Su OPS es de .661.

Rowdy Téllez mejora poco a poco en el platoon de los Rangers de Texas luego de haber sido descartado por los Marineros. El primera base ha pegado 15 vuelacercas y producido 40 carreras producidas, su porcentaje sigue bajito: .220, pero con ese poder su OPS es de .701. También tiene su basecita robada.

Luis Urías convirtió su bate en papel mojado y los Atléticos le dieron las gracias. Lo contrataron los sorprendentes Cerveceros, pero como banca profunda, por si las moscas. Batea para .230, con 8 vuelacercas, 25 producidas; su OPS cayó a .653 y se ha estafado dos colchonetas.

Valente Bellozo, relevo largo de los Marlines de Miami (por no decir mejor que trapea innings) ha estado bien por lo general, pero nunca espectacular. El derecho lleva 1 ganado, 3 perdidos, un hold, PCL de 3.91 y tiene 49 pasados por los strikes.

Taijuan Walker tuvo seis aperturas en agosto, de las cuales 4 fueron de calidad, pero no fue apoyado en la ofensiva. Iniciando septiembre, lo apalearon y sin embargo no perdió porque los Filis pegaron más. Su marca: 4-7, 3.92 de efectividad, con WHIP bastante alto, de 1.38, un hold, un salvamento y 75 ponches. La irregularidad andando.

Marcelo Meyer, infielder de los Medias Rojas, se perderá el resto de la temporada, tras ser operado en la muñeca. En duda, su participación en el Clásico Mundial. Concluye su temporada de debut con  .228 de promedio, .674 de OPS  4 jonrones y 10 carreras producidas.

Javier Assad por fin regresó a la lomita, tras pasarse largo rato en la lista de lesionados y en dos procesos de rehabilitación. El derecho tijuanense tuvo cuatro aperturas para los Cachorros en agosto: dos fueron de calidad. Su marca 1-1, 4.05 de carreras limpias y 10 ponches (el chocolate no es lo suyo, pero vaya que obliga a pegar rolitas al cuadro)

Alex Verdugo, tras ser dejado en libertad por los Bravos de Atlanta, no ha encontrado equipo: .239, 12 producidas, cero jonrones y OPS de .585.

Alan Rangel fue invitado a una cuarta taza de café con los Filis, para luego volver a AAA por la puerta giratoria. Números del sonorense: 0-0, 2.45 de efectividad, 8 ponches y un salvamento.

Alejandro Osuna regresó con los Rangers de Texas por las lesiones de sus jardineros titulares. Bien a la defensa, algo de velocidad, un desastre a la ofensiva. El sinaloense batea ahora para .149 de promedio, un cuadrangular, 5 producidas, tres robos y un vergonzoso OPS de .478

Omar Cruz no ha regresado de AAA. El tijuanense tiene los mismos números de abril: 4.91 de limpias y 5 ponches.

Austin Barnes firmó contrato de ligas menores con San Francisco, luego de haber sido dejado libre por los Dodgers, pero igual no lo suben. Números: .214, con 2 producidas y .519 de OPS.

César Salazar por fin ha visto algo de acción -con una espectacular jugada defensiva- como receptor de Houston. Lleva 3 hits en 11 turnos (.273) con una carrera impulsada. Como pitcher emergente, una entrada en ceros.

Alan Trejo no ha subido a MLB. Bateó para .175, con los Rockies de Colorado; una carrera producida y 2 anotadas.

Tirso Ornelas sigue en AAA. .071, una producida con los Padres y ni pa cuando.

 

lunes, agosto 25, 2025

(E)lecciones bolivianas


 Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Bolivia, que han dejado fuera de toda posibilidad a la izquierda populista que ha gobernado ese país por dos décadas, obligan a una reflexión que vea las características peculiares de esa nación andina, pero que también pueda ayudar a entender procesos similares en otros países.


Se preveía, desde antes del domingo, una debacle de las izquierdas en Bolivia, a partir de dos elementos. Uno es la crisis económica, marcada por una inflación de aproximadamente 30 por ciento -difícil de estimar con exactitud porque muchos productos tienen precios bloqueados-, una gran escasez de combustible, que provoca filas de más de tres horas para conseguirlo, y una escasez todavía más grandes de dólares, que limita las importaciones y pone presión sobre las finanzas. El otro es la ruptura entre Evo Morales y el presidente Luis Arce, que derivó en la presentación de una izquierda fracturada a las elecciones: dos candidatos, Eduardo Del Castillo, por lo que queda del MAS y Andrónico Rodríguez, de Alianza Popular, mientras que Evo llamó a anular el voto. 

Lo novedoso fue, en primer lugar, que el ganador de la primera vuelta no fue Jorge Tuto Quiroga, expresidente, el candidato más visible de la derecha, sino Rodrigo Paz, democristiano quien se presentó como independiente. Rodrigo Paz es hijo de Jaime Paz Zamora, quien fue, entre 1989 y 1993, presidente de Bolivia por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (a pesar del nombre, una organización de centro con rasgos populistas). La otra novedad fue el impresionante desplome del MAS, que obtuvo apenas 3 por ciento de los votos y, cuando mucho, un solo senador (tenía el 60 por ciento de escaños en la Cámara Alta). Si sumamos al MAS, Alianza Popular y el voto nulo que promovió Evo Morales, llegamos al 31 por ciento, que es menos de lo que obtuvo Paz. 

En otras palabras, asumiendo como “evistas” todos los votos nulos, las izquierdas obtuvieron poco menos de un tercio de la votación, Rodrigo Paz una cantidad un poco superior y los candidatos de la derecha abierta, el otro tercio. Paz ya recibió el apoyo del candidato que quedó en tercer lugar y va viento en popa hacia una victoria en la segunda vuelta. La pregunta ahora es cómo se hará de esa victoria.

Los datos subrayan que la división Evo-Arce no alcanza para explicar la derrota de las izquierdas. Dos terceras partes de los electores votaron por una opción diferente. 

El masismo boliviano, centrado en la figura de Evo Morales, se dirigió a su agonía a partir de dos paradojas. La primera, su excesiva dependencia respecto al líder carismático, que se revirtió cuando éste trató abiertamente de dominar el movimiento por encima de las leyes y de los otros intereses legítimos. Si escudriñamos en la votación, vemos que el voto nulo es mayor a la suma de los candidatos de la izquierda: Evo sigue teniendo arrastre, aunque esté lejos de sus años de gloria popular. No le bastó ser influyente, quería ser determinante e imprescindible , y en esa ambición ayudó al desastre. La segunda, el mal manejo de la economía, creyendo que las subvenciones sociales bastaban para asegurar el respaldo mayoritario. Alta inflación, escasez de productos y harto subempleo y desempleo terminan pesando más que los apoyos sociales, por más que estos aumenten (y tienen un límite). El crecimiento sostenido es necesario también políticamente.

Una victoria de un candidato abiertamente derechista hubiera puesto en serio peligro las subvenciones, los precios bloqueados y las transferencias directas que buena parte del pueblo boliviano considera como derechos adquiridos. Eso, a su vez, sería caldo de cultivo para una nueva rebelión y una crisis institucional, económica y social en el corto plazo. Es de suponerse que el probable triunfo de un candidato más centrista implicará cambios menos radicales. El que Paz haya ganado en las regiones donde antes ganaba el MAS es indicador de que la gente que abandonó el partido de Evo no quiere el vuelco neto hacia la derecha.

Durante casi 20 años los políticos tradicionales intentaron, sin éxito, erosionar la mayoría del MAS (si acaso, la limaron un poquito).  Ni siquiera un golpe de Estado sacó a ese movimiento del poder. Pero ahora llega un outsider, una figura emergente que no es vista (con razón o sin ella)  como parte de la vieja clase política y hace la tarea, ayudado por la combinación de circunstancias.

La clave para el futuro próximo de Bolivia está en la relación Paz-Evo. El expresidente tiene todavía el músculo político para incidir. Es posible que lo intente desde la segunda vuelta. Veremos que tanto logra hacerlo. Lo que ya no tendrá es la hegemonía. Y eso no es poca cosa.

Habrá quien quiera aplicar, tras estas elecciones, la teoría del péndulo, y piense que los gobiernos de izquierda populista (y no populista) en América Latina caerán como fichas de dominó. La tendencia existe, pero por fallas y excesos de esos gobiernos, no por una ley de hierro. Por lo tanto, sería ingenuo generalizar. 

Finalmente, una acotación. El sistema electoral boliviano es muy similar al que todavía existe en México: una parte de representantes electos por mayoría simple y otra, por listas plurinominales, de partido o alianza. La izquierda boliviana puede darse de santos de que, cuando tenía una súper mayoría, no hizo pasar una reforma electoral para acabar con la proporcionalidad. Se hubiera quedado sin un solo parlamentario.


viernes, agosto 15, 2025

Los salarios explican la menor desigualdad, no los apoyos sociales

 


Fueron dados a conocer los datos de la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH) y las reacciones han sido, en su mayoría, epidérmicas. Por un lado, se festejan los datos como si fueran un grandioso resultado de las políticas de la 4T. Por otro, se les quiere minimizar afirmando que son producto de “dádivas”, del “aumento en el número de mantenidos del gobierno” o que la gente “dejará de ser pobre… pero sólo por un rato”. Eso es negar el análisis y rebajar un posible debate a su mínima expresión.

Lo primero: la ENIGH da cuenta de un ingreso corriente promedio trimestral que promedia al alza en los últimos ocho años. El aumento del ingreso es más pronunciado en los deciles más pobres de la población y sólo hay una baja real en el decil X: es decir, en el 10 por ciento más rico. En otras palabras, México es una sociedad menos desigual. A diferencia de lo que han señalado algunos, eso no significa que nuestro país haya dejado de estar entre los más desiguales del mundo: un coeficiente de Gini cercano a .400 no es para presumir.

Dicho esto, hay que subrayar que la razón principal, y de lejos, para este cambio positivo, ha sido el cambio en la política salarial. El ingreso por trabajo de las familias en el periodo aumentó 13.2 por ciento en términos reales, con todo y que fueron, en lo esencial, años de estancamiento económico. En el fondo del asunto está que se le haya quitado el corset a los salarios mínimos, que estaban artificialmente deprimidos.

El aumento al salario mínimo primero evitó que muchos trabajadores del sector formal se mantuvieran en una pobreza cercana al extremo, luego permeó paulatinamente hacia otros asalariados, empezando por aquellos que ganaban poco, ya sea mínimos profesionales o salarios técnicos bajos. Por las propias necesidades de las empresas, los aumentos fueron diferenciados (subieron más los de quienes percibían menos) y, con ello, se generó una nueva estructura salarial, menos desigual que la anterior. El aumento también permeó, aunque sin tanta fuerza, a los mercados informales del trabajo. No hubo el temido efecto de un disparo radical a la inflación, que era la razón que esgrimían los funcionarios ortodoxos que durante años mantuvieron atados los mínimos.

Resulta por lo menos curioso que, en la discusión polarizada, a este elemento crucial no se le quiera dar la importancia que merece. Tal vez sea porque, hace una década, cuando se empezó a debatir con fuerza el tema de los salarios mínimos, Andrés Manuel López Obrador hizo como si la virgen le hablara y calló como momia. Su solución a la persistencia de la pobreza pasaba por las ayudas directas. O tal vez sea porque la derecha ortodoxa compró enterita la idea de que el cambio iba a venir por la muy cacareada política de transferencias y subsidios y no quiso ver la viga que tenía en el ojo (de ahí la crítica a las “dádivas”, los “mantenidos”, etcétera).

El hecho medido por la ENIGH es que las transferencias representaban el 15.5 por ciento de los ingresos familiares en 2016 y ocho años después eran el 17.7 por ciento. Ahí hay una mejora, pero es casi marginal, y está lejos de explicar los resultados positivos.

Más aún, si vemos la distribución por deciles de ingreso de los apoyos y transferencias, encontraremos que están menos focalizados que antes; ahora están dispersos entre la población y los grandes beneficiarios han sido los grupos que se encuentran en la parte intermedia de la distribución del ingreso: gente que ha dejado la pobreza y que constituye una buena parte de la base de apoyo del gobierno. Hay que señalar, además, que, para los hogares de menores ingresos, la contribución de los programas sociales al crecimiento de su ingreso total fue negativa: recibieron menos apoyos. Mejoraron sus ingresos, sí, pero sólo porque ganaron más por su trabajo.

En otras palabras, y en contra de los estereotipos que manejan ambos lados de la polarización política, los apoyos sociales directos tienen una incidencia mínima en los cambios positivos en la distribución del ingreso. Por lo mismo, el futuro de la distribución no depende de ellos, sino de los salarios. Por lo tanto, el énfasis para seguir mejorando debe estar en cómo crear empleos formales y decentemente pagados, no en las transferencias.

En donde sí tienen efecto los apoyos directos es en su presión sobre las finanzas públicas, que se traduce en menores inversiones de infraestructura y mantenimiento y en menor inversión en educación y salud. En la ENIGH vemos que el rubro del gasto que más ha aumentado en las familias mexicanas es el de la salud. Ese aumento equivale al 37 por ciento del incremento en el ingreso por transferencias en el periodo (como estamos hablando de promedios, habrá familias en las que la falta de acceso a servicios de salud y medicinas no les represente gasto y otras a las que implique mucho más costo que las transferencias recibidas). La pobreza por vulnerabilidades sigue siendo muy alta, y en el caso de la salud, es mayor que hace ocho años.

Finalmente, está el tema de la distribución regional del ingreso y el gasto. Por un lado, creció la brecha entre lo urbano y lo rural. También se puede observar que, aunque haya movimientos en los estados intermedios, las diferencias entre los más ricos (Nuevo León, Ciudad de México, Baja California) y los más pobres (Oaxaca, Guerrero, Chiapas) no sólo siguen siendo abismales: están aumentando. Es un asunto que no se corrige con obras insignia.


viernes, agosto 01, 2025

El implacable julio de Randy Arozarena (y un hospital)


 

Mexicanos en GL.  Julio 2025

 La MLB en julio ha traído muchas noticias para los mexicanos. Algunas buenas, como que por primera vez en la historia cinco peloteros del contingente nacional fueron llamados al Juego de Estrellas: Andrés Muñoz, Jonathan Aranda, Alejandro Kirk, Isaac Paredes y Randy Arozarena. Otras malas, como la seguidilla de lesiones que ha convertido al contingente en hospital. Otras, con sensación mixta, como la serie de cambios de equipo para algunos de los jugadores. En el mes, de lejos, el más destacado del grupo fue Randy, cuyo bat se calentó a niveles de fulgor.

Como de costumbre, va un resumen de la actuación de los peloteros nacionales, clasificada de acuerdo a su desempeño en la temporada.

Andrés Muñoz tuvo un buen mes de julio, en el que salvó 6 juegos en 7 oportunidades. El tirafuegos mochiteco es, sin lugar a dudas, un cerrador de elite y el mexicano con actuación más destacada en lo que va del año. Tiene una efectividad de 1.32 carreras limpias permitidas por cada 9 entradas lanzadas. Ha salvado 24 juegos y ganado 3, por una sola derrota. En el camino ha pasado 54 rivales por los strikes, se le embasa menos de uno por inning y le batean para un triste .144.

Randy Arozarena está cada vez más encendido. Bateador que no suele tener mucho contacto (es de los que más swings fallidos hace y de los que más ponches acumula), cuando le pega a Doña Blanca lo hace con hace con mucha solidez. En julio mejoró en ambos aspectos, particularmente en lo referente al poder, porque se disparó con 11 cuadrangulares. El jardinero de los Marineros batea para .250 en el año, con 21 vuelacercas y 53 carreras producidas. Además, se ha robado 20 bases (de nuevo entra al exclusivo club 20-20). Su OPS, de .823 nos habla de su poder.

Jonathan Aranda debutó como All-Star y siguió en julio su buena campaña como bateador de contacto. El tijuanense, inicialista de Tampa Bay, terminó el mes con el cuarto mejor porcentaje de bateo en las Mayores y también es el cuarto que más se embasa. Desgraciadamente, el último día de junio, en una jugada defensiva, chocó con el gigante Giancarlo Stanton y se lesionó la muñeca. Estará varias semanas fuera de acción. Sus números: .316 de bateo, .879 de OPS, 12 cuadrangulares, 22 dobletes y 54 carreras producidas. Las estadísticas avanzadas lo colocan, además, como el primera base con más rango de fildeo.

Jarren Durán es otro que tuvo un mes excelente. El jardinero de los Patirrojos bateó para .317 en junio, lo que eleva su porcentaje a .265. Bateó casi tantos cuadrangulares como en los primeros tres meses de campaña. Ahora lleva 11. Tiene 12 triples, 60 carreras producidas y OPS de .793, con 18 bases robadas. En el fildeo, es espectacular.

Isaac Paredes estaba convertido en el perno alrededor del cual los Astros mantenían el liderazgo de su división. Corriendo hacia primera base tras pegar un imparable, se lesionó severamente el tendón de la corva, y no se sabe si podrá regresar a jugar este año. El equipo de Houston, por lo pronto, se hizo de refuerzos para cubrir la posición. Números del hermosillense:.259 de promedio, 19 vuelacercas, 15 dobletes, un triple, 50 producidas y un muy buen OPS de .829. Existe la posibilidad de que sea operado: de ser así es probable que México pierda a uno de sus mejores peloteros en el Clásico Mundial de 2026.

Alejandro Kirk demuestra a cada rato su calidad en la receptoría y como bateador. Ha influido mucho en la buena campaña de los Azulejos de Toronto. Hacia fin de mes recibió un bolazo de faul que le tumbó la careta y lo mandó a la lista de lesionados por contusión, pero se espera su pronto regreso al diamante. Batea para .304, con 7 cuadrangulares, 47 producidas y OPS de .774.

Jojo Romero tuvo un mes perfecto en el relevo de los Cardenales de San Luis. Ahora que el Birdos transfirió a su cerrador Helsey, es posible que le den la oportunidad de salvar juegos. El zurdo trae 3-3 en ganados y perdidos; mejoró su efectividad a 2.04, tiene 16 holds y 35 ponches.

Ramón Urías, salvo un juego en el que se despachó con dos jonrones, tuvo un julio flojito a la ofensiva, lo que le costó estar sentado algunos partidos. En la locura del límite de cambios, el sonorense pasó de los Orieles a Houston, para cubrir las ausencias por lesión de Paredes y de Jeremy Peña. Recordemos que es guante de oro en la defensiva. Con la majagua tiene .248, 8 jonrones, 34 empujadas, dos colchonetas estafadas y OPS de .688.

Manuel Rodríguez sigue en la lista de lesionados de Tampa Bay y no se ve para cuando su regreso. El Bolón tiene marca de 1-2, su PCL es un muy buen 2.05, se le embasa menos de un corredor por entrada, tiene 11 holds y ha pasado por los strikes a 25 rivales.

Brennan Bernardino es otro relevista que no permitió carrera en julio. El late bloomer que juega para los Medias Rojas también ganó un juego y salvó otro. Sus números: 4-2 PCL de 3.09.  Ha recetado 36 chocolates y cuenta con dos holds, además de su salvamento.

Alek Thomas, jardinero central de los Diamondbacks de Arizona (ante lanzadores derechos) sigue siendo impresionante a la defensiva. Con el bate, macanea para .242, 6 jonrones, 27 remolcadas y 5 robos de base. Su OPS es de .659. Nada del otro mundo.

Luis Urías no dejó la titularidad en la intermedia de los Atléticos a pesar del regreso de Zach Gelof., pero su bat ha ido a la baja. En lo que va de la campaña batea para .232, con 8 jonrones, 20 producidas; su OPS cayó a .670 y tiene dos robos de base.

Rowdy Téllez encontró trabajo con los Rangers de Texas luego de haber sido descartado por los Marineros. El inicialista coquetea con la Línea Mendoza en porcentaje, pero sigue siendo un buen slugger. Mejoró a .212 su promedio, con 12 vuelacercas y 31 carreras producidas. Su OPS: .689. ¿Y qué creen? ¡Se robó una base!

Valente Bellozo, relevo largo de los Marlines de Miami, cumple con discreción esa labor fundamental. Lleva 1 ganado, 3 perdidos, su efectividad mejoró a 3.34, tiene 34 pasados por los strikes y su WHIP se sigue enmendando: 1.22.

Taijuan Walker tuvo un par de aperturas en julio, en las que no pasó de la quinta entrada. También estuvo en el bullpen. Su marca: 3-5, 3.82 de efectividad, con WHIP de 1.33, un hold, un salvamento y 56 ponches.

Marcelo Meyer, infielder de los Medias Rojas, iba viento en popa para asentarse entre los titulares, cuando una lesión en la muñeca lo mandó a la lista de lesionados, para completar el hospital mexicano. El nieto del mítico Chero Mayer lleva .228 de promedio, .674 de OPS  4 jonrones y 10 carreras producidas.

Alex Verdugo, tras ser dejado en libertad por los Bravos de Atlanta, no ha encontrado equipo: .239, 12 producidas, cero jonrones y un famélico OPS de .585.

Alan Rangel fue invitado a una tercera tasa de café con los Filis. Lanzó en dos juegos durante julio y sigue en el equipo grande. El relevista de Hermosillo tiene estos numeritos: 0-0, 2.70 de efectividad y 7 ponches.

Alejandro Osuna fue enviado por los Rangers de Texas a AAA para adquirir más fogueo. El sinaloense deja .164 de promedio, un cuadrangular, 5 producidas, tres robos y OPS de .517

Omar Cruz no ha regresado de AAA. El tijuanense tiene los mismos números de abril: 4.91 de limpias y 5 ponches.

Austin Barnes firmó contrato de ligas menores con San Francisco, luego de haber sido dejado libre por los Dodgers. Números: .214, con 2 producidas y .519 de OPS.

Alan Trejo, ahora con contrato de ligas menores con Texas, en la Gran Carpa bateó para .175, con los Rockies de Colorado; una carrera producida y 2 anotadas.

César Salazar ya no calienta la madera en Houston. Para que juegue un poco más, fue enviado a AAA. Pegó un hit en 7 turnos y, de pilón, lanzó una entrada en ceros.

Tirso Ornelas sigue en AAA. .071, y una producida con los Padres. 

martes, julio 08, 2025

A 25 años: Fox y las limitaciones de la alternancia democrática


Ha pasado un cuarto de siglo, 25 años. El 2 de julio de 2000, Vicente Fox, candidato del PAN y (no olvidemos) del PVEM a la Presidencia de la República, ganó las elecciones federales. Casi todos los mexicanos de aquel entonces no habían conocido, a nivel nacional, otro gobierno que no fuera el del PRI y sus antecesores directos. Muchos consideraron que esa elección, con campañas equitativas y en la que los votos contaron y se contaron, era la culminación de la transición democrática que, por etapas, México había vivido en las décadas anteriores.

Fox había hecho una campaña inteligente, presentándose como un hombre recio y decidido a sacar al PRI de Los Pinos. Como novedad, su campaña fue más de sensaciones y esperanzas que de propuestas. Mientras Francisco Labastida, el gris candidato priista, hablaba de polos de desarrollo y cosas por el estilo, Fox era identificado por el “¡Hoy, hoy, hoy!” y por el “México ya”, que pintaban un cambio inmediato, sobre todo en el ánimo de la población. Sus propuestas se asemejaban a las cuentas del Gran Capitán: crecimiento de 7 por ciento anual, paz inmediata en Chiapas y fin de la corrupción. Fueron suficientes, en parte por el hartazgo hacia el PRI y en parte como castigo al “error de diciembre”, que generó una crisis económica al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo; pero también porque eran una nueva forma de comunicación política: cosechar sobre las esperanzas de cambio.

Antes de la toma de posesión, que sería en diciembre, Fox dio señales esperanzadoras. Por una parte, vendió la idea de que su equipo no iba a ser predominantemente partidista, sino que escogería a los mejores en cada ramo; por otra, sus colaboradores armaron una iniciativa de ley para garantizar la paz en Chiapas. También logró que dos de los candidatos presidenciales perdedores, Gilberto Rincón Gallardo y Porfirio Muñoz Ledo, aceptaran colaborar de alguna manera con su gobierno.

Pero si hemos de pensar, a posteriori, en señales reveladoras, tal vez habría que escoger la anécdota de unos días antes de la elección. La noche del 29 de junio, un grupo de panistas esparció en Periférico y Viaducto los "aromas del cambio", en referencia a las promesas de su candidato. Esos aromas venían en forma líquida: fragancias mezcladas con agua. Se hizo un batidero, 16 automóviles derraparon y chocaron, y se tuvo que cerrar el Periférico por cuatro horas para limpiar el asfalto.

El gobierno de Fox no se distinguió por ser represivo y buscó el diálogo con otras fuerzas políticas. Su principal problema fue aterrizar acuerdos parlamentarios duraderos sobre los temas principales, dado que la alianza PAN-Verde no tenía mayoría en ninguna de las dos cámaras. En eso, mucho tuvo que ver el hecho de que, tras su inopinada derrota, el PRI se dividió en dos mitades prácticamente iguales, y no era sencillo negociar con ellas: si una decía que sí, la otra decía que no. El PRD, en tanto, estaba instalado en la oposición dura y fueron pocos los acercamientos.

Más tarde, junto con presuntos aciertos, no capitalizados, como el de los videoescándalos, vendrían costosos errores. Uno fue la negociación por cuotas para la recomposición del Consejo General del IFE; el nuevo resultó de mucha menor calidad técnica y política que el anterior, especialmente en la presidencia. Otro, el manejo de los terrenos de Atenco para la construcción del nuevo aeropuerto, en el que se hicieron evidentes el poco conocimiento de la realidad social y del manejo político de los ejidos de parte del gobierno panista. Finalmente, el intento de desafuero a López Obrador que, sin estar bien atado en lo político, lo único que logró fue engrandecer a nivel nacional la figura del jefe de gobierno de la capital. En ese contexto, los dislates verbales de Fox en la última parte de su gobierno sólo son la cereza del pastel.

En mi opinión, el momento clave del sexenio foxista -y tal vez del primer cuarto del siglo XXI en México- fue cuando, por razones de equilibrio fiscal, a mediados de 2001 se decidió reducir el subsidio a la leche distribuida por Liconsa y, por lo tanto, aumentar su precio. El entonces jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, aprovechó la circunstancia para contrastar la política social: el gobierno de la ciudad cubriría lo que el gobierno federal dejó de subsidiar. El efecto fue que el político tabasqueño aumentó su popularidad y subió a la palestra nacional. Luego vendrían la pensión a los adultos mayores y todo el discurso que la acompaña.

Ese momento es parte integral de una visión del gobierno de Fox, en la que la política social se supeditó siempre a una política económica centrada en el mantenimiento de los equilibrios fiscales. Al mismo tiempo, se mantuvo un desprecio evidente a las políticas comunitarias de los programas sociales de los gobiernos priistas que lo antecedieron. En salud pública, el gobierno foxista tuvo el éxito de crear el Seguro Popular, que sería más desarrollado posteriormente; en educación, la escasez de recursos públicos para los niveles medio y superior se tradujo en la proliferación de preparatorias y universidades patito, de carácter privado, que a menudo dan un sucedáneo de formación y resultan en una simulación con altos costos sociales.

El corset presupuestal autoimpuesto también tuvo efectos en la inversión pública, que se redujo en proporción del PIB respecto a sexenios anteriores y que terminó por traducirse en un crecimiento económico muy inferior al pronosticado. Aumentó el desempleo y creció el empleo eventual, informal y precario. Los salarios contractuales reales crecieron 1 por ciento en todo el sexenio, y los salarios mínimos reales, partiendo de una base muy baja, aumentaron 2.5 por ciento. En otras palabras, el grueso de la población quedó al final como estaba al principio.

Al final del sexenio, y a pesar del nulo manejo político de parte de la presidencia del Consejo del IFE en las elecciones de 2006, la democracia en México parecía asentarse. Había cierta paz social, primaba el diálogo público y varias instituciones autónomas se fortalecían. Pero ya estaban sentadas las bases para el asalto populista destinado a desnaturalizarla. Basta con revisar los datos económicos y sociales. Metas ambiciosas, promesas incumplidas, resultados desilusionantes. Desde entonces hubo alguien que, tenaz, supo cosechar de esos errores: desgraciadamente, fue para guiar al país hacia atrás. Ahora México corre, acelerado, hacia una versión recargada del viejo sistema que se creía acabado hace 25 años.